Muchacha en una ventana (Salvador Dalí 1925)

sábado, 11 de septiembre de 2010

PROGRESISTAS Y PROGRESO


Autor: Constantino Díaz Fernández


El diccionario de la RAE establece, en su primera acepción, que progresista es toda persona o colectivo con ideas avanzadas. Este adjetivo está etimológicamente asociado a progreso, o sea, a avance, adelanto, mejora  o perfeccionamiento. Por tales razones, la definición de progresista debería aplicarse a todo aquel que instrumenta, propone, recomienda o apoya procedimientos, medidas, etc., por considerarlo bueno  y adecuado para conseguir un determinado fin, creando nuevas condiciones o mejorando, obviamente, lo existente. Este término, monopolizado y profusamente utilizado por determinadas formaciones políticas, con la clara  intención de confundir a las masas, enviando un mensaje subliminal para dar a entender que fuera de las mismas solo existe atraso, inmovilismo y caverna, sufre, en ese estadio, un proceso de mutación,  pasando a significar precisamente lo contrario. Algunos ejemplos, entre los muchos que podrían aplicarse, pueden ilustrar suficientemente lo afirmado.

<> Si progresismo es negar el derecho a la vida del ser más inocente, concebido y nonato, convirtiendo el aborto en un derecho que desprecia la dignidad humana.


<> Si progresismo es poner bombas en la línea de flotación de una institución tan fundamental y básica como lo es la familia, pilar soporte de toda sociedad,  creando modelos que contravienen el más elemental orden natural de las especies.


<> Si progresismo es crear leyes partidistas que, mirando solo hacia un lado, no pueden contribuir más que a resucitar viejos rencores que ya habían sido superados, y a crear profundas divisiones entre los españoles.

<> Si progresismo es practicar descaradamente el proselitismo político, con la aviesa intención de crear una sociedad aborregada que pueda ser dirigida como si de zombis se tratara.


<> Si progresismo es llevar a cabo políticas erráticas que condenan al paro a legiones de trabajadores, llevando la desazón a millones de hogares.

<> Si progresismo es utilizar la política no como un medio para servir a la ciudadanía, sino como un fin para servir a los intereses del partido y las ambiciones personales.


<> Si progresismo es utilizar los recursos públicos de forma arbitraria, sin tasa ni medida, despilfarrando el capital de todos los españoles para mayor gloria y placer de aquellos que deberían dar ejemplo de honradez y austeridad.


<> Si progresismo es repartir dones, bienes y privilegios, a costa del erario público, para crear una red de fieles adeptos que contribuyan a mantener en el poder a los  “generosos” donantes.


<> Si progresismo es perder  la propia identidad y convertirse en un sectario hasta la médula.

    Si todo lo anteriormente indicado se puede considerar como  sinónimos de progreso, reconozco que me resulta  muy difícil  encontrar antónimos. Si esto es el progreso, si a esto se llama avanzar,  confieso que prefiero quedarme donde estoy o, si se me apura, emprender la marcha en sentido contrario.

   Ya se sabe que la clase política no se destaca precisamente por sus prejuicios, pero al menos, por decencia, por elemental ética, por respeto a la inteligencia de los demás, que sí existe, aunque la ignoren, sería deseable que dejen de machacarnos con expresiones tan  desafortunadas que hieren los sentidos, y de las que, por desgracia, estamos más que ahítos de escuchar.

Nota: Artículo publicado en el diario La Nueva España de Oviedo, con fecha 19 de mayo de 2010



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