Muchacha en una ventana (Salvador Dalí 1925)

domingo, 3 de octubre de 2010

LAS CLAVES DEL ÉXITO PROFESIONAL


Autor: Constantino Díaz Fernández
Dedicado a mi hija, Sonia María, con el fervoroso deseo de que le sirva como orientación y guía en el ejercicio de su profesión.-

 
   En la vida profesional, son muchos, y muy diversos, los factores que pueden contribuir a la consecución del éxito. Para cada sector de actividad, organización,  puesto de trabajo, etcétera, se requieren unas condiciones personales y particulares determinadas que, adecuadamente conjugadas, pueden  contribuir a alcanzar este objetivo. Pretender, por tanto, resumir en unas pocas líneas un tema tan complejo en toda su extensión y, además, hacerlo con una orientación práctica, resultaría tarea difícil y, sobre todo, poco aplicable; sin embargo, dentro de esta diversidad, hay tres factores comunes determinantes, condiciones sine qua non, que necesariamente tienen que estar presentes para poder tener posibilidades reales de lograr el éxito en cualquier profesión: la seriedad, la responsabilidad y la competencia. La persona seria, responsable y competente, tiene en su mochila las mejores armas para emprender el camino que le puede conducir al éxito personal y profesional. Cada carencia que se acuse, añadirá un lastre que reducirá, de forma notable, las posibilidades de alcanzar esta meta. El análisis de estos conceptos, considerados como factores clave del éxito, es el tema central de esta breve reflexión.

   Entenderemos por seriedad el equilibrio en el juicio; la mesura en las acciones y el modo de proceder; el comportamiento sincero, real y verdadero, o sea, sin engaño ni doblez. La honradez y lealtad, que siempre deben presidir nuestras actuaciones, emanan de este principio, que, a su vez, tiene un gran potencial de generar confianza, condición indispensable para alcanzar el éxito en la vida profesional.    

   La responsabilidad, entendida como la capacidad asociada a cada individuo para  asumir sus obligaciones y ejercer sus funciones con la atención y diligencia debida, integrándose plenamente en el equipo de trabajo del que se forme parte, es una actitud igualmente indispensable, necesaria para el funcionamiento compensado de la organización en la que estemos encuadrados, y altamente valorada por la empresa. La flexibilidad para encajar en el equipo y  acomodarnos a lo que se requiera de nosotros, con el esfuerzo que ello nos suponga, es una expresión manifiesta del ejercicio de esta responsabilidad.          

   La competencia, como conjunto de conocimientos y experiencias que nos hacen aptos para el ejercicio de una profesión, completa, junto con las dos anterior, los tres pilares básicos que distinguen a un buen profesional del que no lo es, y, por supuesto, son los mejores argumentos que podemos esgrimir frente a quien  pueda estar interesado en contratar nuestros servicios profesionales.

   La seriedad y la responsabilidad son actitudes que se desarrollan con nuestra personalidad; son, por tanto, parte integrante de nuestro propio ser, y tienen que manifestarse en todos los actos de nuestra vida. La competencia es una aptitud adquirida que debe renovarse cada día, con esfuerzo y perseverancia, hasta el límite de nuestras capacidades. En un mundo tan dinámico como el que vivimos, sin una  capacitación permanente caeremos rápidamente en la obsolescencia, dejaremos de ser competitivos y pasaremos a ser un problema en lugar de una solución. Hay que tener en cuenta que una organización no es una estación a la que se llega, sino un tren en el que se viaja permanentemente. 

   Para triunfar en la vida profesional, además de reunir las condiciones básicas anteriormente expuestas y cumplir otra serie de requisitos, variables según los casos, es absolutamente necesario tener la plena  convicción de que se tiene el poder de hacerlo. 

   Como complemento a todo lo anteriormente indicado, siempre será útil tener presente algunas recomendaciones generales:
 
<> Mantener siempre un espíritu de colaboración.- Hay que tener en cuenta que las acciones de cada individuo,  dentro de una organización, forman parte de una cadena que tiene que estar perfectamente interconectada. Cada día es más importante la labor del equipo que la de la persona aislada; por esa razón, siempre tenemos que estar dispuestos a ofrecer nuestra colaboración a los demás y mantenernos receptivos a recibirla. Las buenas relaciones en el trabajo contribuirán de forma decisiva a conseguirlo.

<> Mantenerse siempre motivados.-  El desánimo es el preludio del fracaso. Es muy importante sobreponerse para afrontar y superar  las dificultades, que siempre existirán, y aprovechar las oportunidades.

<> Tener siempre un espíritu innovador.- No se debe caer en la rutina del trabajo, haciendo siempre lo mismo de la misma manera. Es necesario buscar la mejora continua, poniendo en marcha iniciativas que permitan mejorar la gestión que tenemos encomendada y, por añadidura, los resultados de la organización para la que prestamos nuestros servicios. Todo ello, sin caer en el riesgo de proponer soluciones precipitadas que puedan conducir al fracaso. Toda propuesta de mejora debe ser previamente  analizada y documentada. Por las mismas razones, debemos mantenernos siempre abiertos y flexibles para aceptar los cambios que personalmente nos afecten.

<> Buscar siempre la obtención de resultados.- Todo lo que se hace debe tener siempre una consecuencia positiva. Más que preocuparse por hacer muchas cosas hay que concentrarse en conseguir los objetivos planteados por la organización.

<> Mantener el buen juicio en la toma de decisiones.- Si tenemos que tomar decisiones, hacerlo siempre sin precipitación. Nunca deberemos de tomar decisiones, sobre todo  si son importantes, hasta que no tengamos la información mínima necesaria para ello. 

<> Observar un orden riguroso.- Es muy importante saber administrar, en todo momento, el tiempo y el espacio. Observar siempre el principio de “cada acción en su momento y cada cosa en su lugar”.

<> Mantener siempre una actitud modesta y sencilla.- La soberbia, la arrogancia, el egoísmo y la vanidad, nos distancian de los demás y  son un gran impedimento para el desarrollo laboral. Nuestro acierto en la gestión que tengamos encomendada  dará la medida de nuestros méritos y será siempre nuestra mejor carta de presentación.

<> No perseverar nunca en el error.- A pesar de que actuemos con el mayor esmero y minuciosidad, nuestra condición de humanos siempre nos puede llevar a cometer algún error. Si esto sucediera, deberemos tener la humildad de reconocerlo, de forma inmediata, y la total disposición para enmendarlo. No existe mayor error que la ocultación o negación del que se haya cometido, aunque este haya sido grave. La parte positiva es que siempre se puede aprender más de los errores, propios y ajenos, que de los aciertos.

<> No generar nunca situaciones conflictivas.- En la medida de lo posible, hay que huir siempre de los personalismos, mantener una actitud franca y abierta con todos los compañeros de trabajo, superiores y subordinados, y evitar situaciones que puedan provocar  polémicas estériles que solo conducen a generar tensiones, siempre muy negativas para el propio individuo y para la organización.


 Expuesto y desarrollado lo más esencial de esta breve introducción sobre el tema de principio, podemos resumir, en un decálogo de conceptos, aquellos más representativos y relevantes para lograr el éxito profesional:

Honestidad.- Lealtad.- Solidaridad.- Sociabilidad.- Diligencia.- Creatividad.- Ilusión.- Vocación de servicio.-  Formación continua.- Perseverancia positiva-.

Se puede concluir, que el éxito profesional, y también el personal, está en manos de cada uno de nosotros. Solo queda la voluntad y la firme proposición de conseguirlo.

Oviedo, a 3 de octubre de 2010




1 comentario:

  1. Muchas gracias. Me ha parecido una lectura muy acertada y valiosa.

    ResponderEliminar

Agradezco tus comentarios y/o sugerencias